A lo que lleva la pasión por el deporte…
Llegados a este punto de la evolución del hombre, hay que decir que EL DEPORTE, así, en letras mayúsculas, se ha convertido en todo un fenómeno cultural. Supongo que eso ya era así cuando en la Antigua Grecia se inventaron las Olimpiadas; los atletas y deportistas que participaban en ellas, y para más inri ganaban, se convertían rápidamente en héroes patrios, casi al nivel de dioses en la Tierra. Esta invención griega se acabó exportando al resto del mundo civilizado, y después a aquellos que si iban colonizando; así hemos llegado al siglo XXI, en el que cuando hablamos del deporte, son palabras mayores.

A pesar de la práctica del deporte es de carácter universal, no se puede hablar de igualdad de condiciones. Aunque el ejercicio físico es saludable y aconsejado a cualquier persona por igual, practicar deporte puede llegar a tener un carácter muy diferentes según el lugar del planeta donde te encuentres. Realizar una actividad deportiva en el Tercer Mundo significa mantener la forma física y una forma de salir de la pobreza (incluso la hambruna) hacia una vida mejor; hacerlo en el Segundo y Primer Mundo, no solo es una forma de ocio, sino que te puede hacer de oro según el deporte y lo que esté cotizado, y eso sin contar el carácter elitista de algunos de ellos.
El fútbol es el deporte rey, es inútil negarlo; el golf, junto al esquí, la vela y la hípica, es para gente rica, que tiene no solamente el dinero para practicarlo, sino además el tiempo necesario para hacerlo. Por eso, cuando hablamos de las pasiones que levanta algún deporte, no hay que olvidar que seguramente depende mucho del tipo de sociedad a la que nos refiramos; no solo por las diferencias culturales, sino también por las razones por las que las levanta.

En las sociedades más avanzadas, se practica el deporte por gusto, lo que ya es mucho decir (en general, porque de hecho hay quien puede darse el lujo de decir que no le gusta para nada la actividad física); y no solo eso, sino que se crea toda una industria alrededor de la cultura del deporte, donde si no te unes al carro, eres un bicho raro. Nadie quiere ser un bicho raro, ¿o sí? Y por eso es por lo que todo el mundo declara que va al gimnasio varias horas a la semana, practica algún deporte de equipo los findes, o incluso alguna arrasca alguna hora al día para hacer ejercicio en casa, con las miles de clases online que puedes encontrarte en internet de diferentes disciplinas fitness. Esto viene a ser algo así como el porno online, pero al reves, menuda ironía: si preguntas, nadie confiesa ver vídeos porno navegando por internet aunque sea de manera casual, cuando todos sabemos que la pornografía en red es la actividad lúdica más realizada en todo el mundo, sin importar cuánto tiempo tengamos que dedicarle. Esa es la diferencia y lo que hace al deporte políticamente correcto frente a ver webs xxx, ¿no te parece?
Y luego, otro capítulo aparte son las acciones que la gente hacemos en nombre de nuestra «pasión» por el deporte en general, o alguna de sus disciplinas en particular. Son especialmente llamativas las que se hacen en nombre del fútbol, a saber: adorar a los jugadores como si fueran los antiguos dioses griegos de los que hemos hablado, planificar nuestra vida en torno a las fechas de los partidos, odiar a muerte a los aficionados de un equipo contrario, hacer un día festivo si nuestro equipo gana algún campeonato importante, o convertirnos en fuerzas destructoras de la naturaleza si lo pierde (entre esta pasión desmedida y el vandalismo hay muy poca diferencia, pero bueno…); sin embargo, no creas que son las únicas. Sin ir más lejos, hablando del golf que en un principio parece propio de gente tranquila y equilibrada, capaz de tirarse horas pendiente de cada hoy hasta ganar un partido y poco dada a las excentricidades, nos encontramos con comportamientos que pueden muy bien entrar en la categoría de esto último. Y es que si puede ser entendible que uno pueda ser tentado con tener sexo en un campo de golf pensando en sus lugares más privados y ocultos a la vista del personal, ya no lo es tanto que uno quiera tener sexo con el golf; sí, has leído bien: una rara forma de hacer el amor entre un aficionado y el hoyo donde ha metido la pelota (la suya real, la figurada, y también algún que otro miembro viril). Pero bueno, es lo que tienen las pasiones, son incontrolables, y a veces nada inteligibles para el resto de la humanidad.